Una disciplina donde todo gira en torno al manejo de un arma cambia nuestra forma de percibir situaciones de combate, comprendemos de forma crítica que el arma potencia infinitamente las posibilidades de lastimar que tiene el que la sostiene, ya sea una persona entrenada o no.
Entrenar y conocer íntimamente una disciplina en donde el arma blanca sea lo principal.
Nuestras chances a la hora de defendernos frente al cuchillo, aunque estemos también armados, son pocas, o nulas.
Entrenar una disciplina de combate armado nos debe aportar los siguientes conocimientos de forma cabal:
los elementos cortopunzantes están presentes en todas partes y existen millones de ellos.
Las armas son fáciles de usar y fáciles de transportar.
Una situación violenta donde está involucrado un filo, casi siempre es inesperada.
Existen muchas formas de manejar un arma.
El ser humano es frágil.
El luchador armado además de saber utilizar el arma, sabe utilizar su cuerpo.
El atacante no quiere perder su arma, por lo tanto desarmarlo será muy difícil.
Los ángulos de ataque son múltiples y se combinan de forma infinita con el resto de golpes.
El cuchillo no tiene balas, por lo tanto los ataques terminan cuando uno detuvo al agresor o el agresor decide que termina.
La pelea en la calle no tiene reglas.
Existen todo tipo de peleadores callejeros.
Un error en una pelea de cuchillo puede ser letal.
Estos puntos, según entiendo, son algunos de los que cualquier persona que practique un sistema de combate armado que incluye la realidad de una situación de violencia en la calle, debería conocer íntimamente:
Posición de combate y mentalidad adecuada para sobrevivir a la situación de violencia.
Comprender la mentalidad del atacante nos brindará criterios diferentes a la hora de defendernos. Esto se manifiesta a la hora de tener una guardia o posición defensiva de inicio: nuestros brazos serán ese elemento que nos salve la vida llegado el caso. Para ello deberán estar en el lugar correcto de forma constante. Basta con ver cualquier pelea de boxeo profesional e imaginarse que en la mano del Jab se encuentra un cuchillo, para entender lo difícil que puede ser atrapar en el aire el brazo armado. Nuestra guardia es la última línea de defensa y es una de las más importantes.
Realizar combates simulados de manera constante contra oponentes armados nos brinda una capacidad de resistencia psicológica en altos niveles de estrés, y nos brindará mayores chances de llegar ilesos a casa. En situaciones de combate donde nuestra vida está en juego, debemos ser conscientes de que nuestros atacantes, con intención letal, no se detendrán hasta haber terminado el trabajo o que nosotros de alguna forma logremos dar por terminada la situación: ya sea huyendo o logrando anular al agresor. Sea cual sea la situación, se debe tener en claro que las decisiones que tomamos nos pueden llevar a terminar muertos, lastimando o matando a otra persona, y que estas decisiones luego podrán tener repercusiones legales.
Esto no quiere decir que uno debe vivir perseguido o en estado constante de alerta, sino más bien que debemos tener un criterio de resolución de conflictos real, y que nuestra comprensión de los hechos de violencia debe venir de la experiencia obtenida en un entrenamiento lo más realista posible.
Organizar el entrenamiento en distancias y situaciones.
Un entrenamiento comprensivo de la realidad debe estar separado en las distancias y situaciones más comunes que se puedan encontrar.
Las distancias serán normalmente 4: larga, media, corta, y piso.
Larga – Cuando estemos alejados unos de otros y debamos utilizar la máxima distancia que disponemos para atacar con el arma, sería lo más lejos posible, pero cuando aún logramos hacer algún tipo de contacto.
Media – Cuando además de un arma, podamos usar nuestras extremidades para atacar y defender.
Corta – Cuando podemos agarrarnos y luchar, se utilizan golpes de codos y rodillas.
Piso – Cuando estamos en el suelo, luchando.
Estas distancias se pueden incorporar luego a diferentes escenarios, y todo lo imaginable. Una persona con alguna clase de arma nos ataca corriendo, o estamos en un espacio reducido y se nos ataca por sorpresa, etc…
Las situaciones serán tantas como imaginación y capacidad didáctica tenga el instructor, además de que estas situaciones deberán ser siempre temporalizadas y con intenciones de combate. Esto siempre será en búsqueda de un entrenamiento que busca ser más realista y que genera criterios para que el practicante tenga mejor idea de lo que está haciendo y el porqué.
Esquema de niveles según la intensidad y capacidad.
Muchas veces observamos o participamos de clases donde el objetivo del instructor es que logremos aplicar una técnica. Y para lograrlo, nos muestran situaciones en que la técnica es aplicable de manera fácil. Posteriormente nos vuelven a mostrar la misma situación y repetimos la técnica que entra de manera fácil, y así hasta el infinito. La explicación que nos dan es que la repetición hace al experto y con esto lograremos aplicar la técnica en situaciones de defensa personal.
Bueno, pues ¡nada más alejado de la realidad! Lamentablemente, los ataques nunca se repiten. Podrán ser similares, más nunca iguales. Por lo tanto, para mejorar la aplicación de una técnica lo que se debe hacer es trabajar con cada vez mayores niveles de dificultad, hasta llegar a realizar la aplicación de una técnica en combate.
Tomemos una técnica que ya conocemos y manejamos bien sin pensarla. A esta técnica le llamaremos “Técnica X”. Para lograr que X sea fácil de aplicar en situaciones de violencia real debemos seguir los siguientes pasos:
Trabajamos X, cambiando constantemente de compañero, esto nos permitirá adaptar la técnica, fuerza, distancia, velocidad, etc… a distintas personas con diferentes características físicas.
Cambiando las velocidades de aplicación, desde lento hasta lo más rápido posible, y volviendo a empezar. Con esto lograremos mejorar nuestra aplicación, algo que normalmente llamamos pulir.
La persona que recibe la técnica, se resiste. Este es el primer punto donde vemos si la técnica X realmente se puede aplicar. La idea no es luchar, el concepto es que el compañero genere molestias o se mueva diferente, nada más.
Ambas personas deben estar en movimiento y el ataque se debe realizar de manera caótica. Esto nos brindará una situación nueva cada vez, si bien los ataques serán siempre similares, X no podrá aplicarse de manera prolija y algunas veces no se logrará aplicar.
Con protecciones o elementos suaves, se trabajará en la idea de recibir el ataque de forma real, y el compañero ofrecerá resistencia al momento de ser sometido por X. Este es el paso anterior a una práctica de combate y uno de los que definen si X será útil o no en una situación de vida o muerte. Esto también se le puede llamar, trabajo en situación de “estrés real” (si bien sabremos que no lo es, es solamente para darle un marco).
Combates donde el objetivo será aplicar X, esta es la prueba definitiva para cualquier técnica.
Otro punto extremadamente importante a la hora de organizar el entrenamiento es ser sincero con la capacidad técnica y posibilidades físicas que tiene uno mismo y que tienen los practicantes. No tiene sentido poner a una persona novata a trabajar de forma avanzada y con ejercicios difíciles o de combate. Por eso se recomienda que el nivel de práctica se maneje en la medida de lo posible al nivel de la persona menos entrenada. También a la hora de hacer los ejercicios más complejos, se puede solicitar que se vayan turnando los compañeros de trabajo; al momento de trabajar con la persona que tiene menos experiencia, el avanzado trabaja al nivel del iniciado.
Existen muchas opciones más, reitero: esto dependerá de los conocimientos de la persona que dirige la clase.
Tomando en cuenta que existen 3 niveles de peleadores, Inexperto (alguien nuevo al combate armado), Entendido (alguien con un tiempo de práctica y que ha combatido) y Experto (alguien con años en la materia y con mucha practica de combate).
Lo anterior es una simple guía que nos ayudará para acomodar el grupo de práctica.
Evasiones y escapes.
Para aquellos que hemos experimentado la desagradable experiencia de enfrentarse a una persona con intenciones letales y que, para colmo de males demuestra saber manejar un arma cortopunzante, se hace evidente que el procedimiento más importante es el que te puede salvar más veces: la evasión o el escape.
En mi caso dicto las clases pensando en que uno de mis alumnos puede tener que vivir esa experiencia, un oponente armado y que sabe usar el arma. Al mostrar esto, mis alumnos siempre presentan los mismos problemas: la falta de capacidad para aplicar técnicas, y el primer recurso que usan que es retroceder o dar la espalda, lo cual es un grave error.
De esto se deprende la importancia de capacitar a los practicantes de manera tal que puedan reaccionar de forma instintiva e intuitiva con sus desplazamientos, esto los mantendrá más calmados y con mayor dominio a la hora de mantener un combate armado, además les permitirá de ser posible retirarse de forma inmediata del área donde se sucedan los hechos de violencia.
Las consideraciones básicas que se deben tener:
No quedarse quieto.
Mantener una distancia, equivalente a la pierna extendida contra el abdomen del agresor (patada frontal).
Tratar de que los movimientos sean erráticos.
Mantenerse erguido y con las guardia cerrada.
Diferencias entre bloquear, interceptar, interrumpir y desviar.
Pocos instructores se toman el trabajo de explicarlo, y en mi opinión aquellas personas que entrenamos defensa personal debemos tener muy en claro estas diferencias. A continuación detallo los porqué.
Bloquear:
La ejecución de un bloqueo dependerá de anticipar de manera exitosa las intenciones del atacante, además requiere que la persona que aplique esta técnica tenga un importante entrenamiento de la fuerza en sus brazos, así también como resistencia al dolor, puesto que en la ejecución exitosa de un bloqueo se busca romper el brazo del atacante armado. Esta técnica requiere de mucho tiempo de entrenamiento y mantenimiento adecuado.
Interceptar:
La intercepción, es aquel movimiento de ataque dirigido, a la extremidad que nos ataca. El objetivo por excelencia es lastimar la extremidad que nos ataca. Esto en artes marciales filipinas se conoce como destrucción de miembros o extremidades. Su entrenamiento es más difícil al principio, sin embargo conforme pasa el tiempo se hace fácil de mantener y no requiere de una práctica tan intensa, puesto que se utilizan los mismos golpes para todo.
Interrumpir:
La interrupción de una acción, es algo difícil de entender y aún más difícil de llevar a la realidad. Puesto que se debe atacar primero basado en la premisa de que seré atacado o, si me anticipo al ataque y reacciono golpeando primero, interrumpo la acción del atacante.
Pero si ataco antes que el “atacante” ¿realmente me estoy defendiendo? ¡Pues sí!
Si alguien frente a mí o por algún otro lado sostiene un arma y me hace sentir una amenaza real contra mi persona o un tercero, pues entonces estoy en todo mi derecho de neutralizar dicha amenaza.
Desviar:
El desvío es aquel movimiento que siguiendo el ataque del agresor, evita que logre llegar al objetivo modificando su trayectoria. Este sin lugar a dudas será el más difícil de aplicar de las cuatro técnicas, puesto que requiere de muchos reflejos y motricidad fina, cosa que si nuestra vida está en juego el flujo de adrenalina hará muy difícil.
La acción de desviar un movimiento, requiere de muchísimo entrenamiento y muchas horas de combates para probar la capacidad de aplicar esta técnica.
Patadas.
Una de las mejores, sino la mejor herramienta para pelear contra el elemento cortopunzante si nos hallamos desarmados.
Las patadas deben ser rápidas y potentes, nuestros objetivos: pies, tobillos, rodillas, cara interna del muslo y genitales, y por ultimo si tenemos una gran potencia de patada el área abdominal.
No recomendamos patadas altas por el simple hecho de que muchas personas no poseen las habilidades necesarias para usarlas, y mucho menos de forma efectiva.
Evitar espacios cerrados o el piso.
En ambos casos nos encontraremos en situaciones de movilidad reducida, en el oponente nos puede cerrar la distancia de manera inmediata, la posibilidad de huir se verá reducida enormemente, y la posibilidad de ser rodeado y que se nos ataque desde múltiples direcciones estará muy presente.
Con esto no se busca desmerecer aquellas disciplinas donde lo principal es la lucha o el grappling, sino que nos basamos en que las armas corto punzantes necesitan estar a poca distancia para poder cortar, si nosotros logramos mantener una distancia larga o huir del área, el arma blanca difícilmente podrá herirnos, por lo tanto aumentan nuestras chances de salir ileso.
En el caso de estar de espaldas al suelo además tenemos que luchar contra la gravedad y el peso de mi oponente.
Entender que el filo no es la única arma presente.
Muchas veces en defensa personal vemos técnicas concebidas para desarmar el cuchillo o para controlar el brazo armado, y vemos que la persona pierde el arma con relativa facilidad… nada más alejado de la verdad.
El atacante tiene por lo general la posibilidad de pegarnos golpes de puño, agarrarnos, patearnos, usar sus codos y rodillas, al igual que nosotros, pero con el arma cortopunzante de por medio.
En muchos casos el atacante empuña el cuchillo por falta de recursos para ejecutar su acción ilícita, amenazar, robar o matar. A veces se utiliza para defenderse, el caso más común es de víctimas de abuso en el hogar, donde el único recurso que aparece a veces es neutralizar al abusador. Sea cual fuere el caso, la persona que empuña el arma tiene muchos recursos a su disposición, además del arma que empuña, y en la mayoría de los casos se ignora esta noción.
El entrenamiento realista deberá cubrir este punto, siempre.
Capacidad de responder de forma continua.
Entre las fuerzas de seguridad hay una máxima que me gusta siempre mantener en la cabeza: “seguro se está cuando se ha vuelto a casa y estás tras puerta cerrada”.
Muchas veces se piensa que hemos neutralizado a la amenaza, pero resultó ser que ésta vino acompañada, o nos tocó defendernos de una persona con mucha tenacidad bien entrenada, y este último no va a caer con facilidad. Por cualquier motivo que se pueda imaginar, debemos estar capacitados para continuar en situación de combate y entre tanto golpes, defendiéndonos y tratando de salvar lo mejor posible la situación de violencia. Esto generalmente dura pocos segundos, pero a veces esto se prolonga: a veces lo entrenado puede no llegar a ser suficiente para resolver con prontitud, o tal vez mis condiciones psicológicas o físicas no estaban en el mejor estado.
Por estas razones, cuando se proyecta el entrenamiento se debe pensar que a largo plazo debemos capacitarnos para combates de varios minutos, lo cual conlleva entrenamiento físico además del trabajo de técnicas.
La práctica misma de combate mejorará mucho este aspecto, así tendremos mejores chances de sobrevivir en aquellos casos donde el combate no termina en segundos.
Entrenar en diferentes formas de combate.
Por qué se debe hacer, y en qué cantidad:
En primer lugar para mantener la mente libre, para buscar actividades físicas que nos mantengan dentro de los aspectos combativos. Como valor agregado combatir con las reglas de juego de otra disciplina mantendrá nuestra mente fresca, atenta y capacitada para enfrentar diferentes situaciones en donde las reglas de combate cambian constantemente.
Y por otro lado, puede despertar en nosotros intereses nuevos, que van más allá de la defensa personal y nos traen más cerca de un arte marcial o deporte de contacto.
Comprender el sistema legal en el cual se vive.
Vivimos en una sociedad donde se habla mucho de los derechos humanos, y a veces esto se malinterpreta por más derechos para los criminales y menos derechos para aquellas personas que no delinquen. Bueno, pues esto es mentira o un error por falta de conocimientos.
En Argentina el artículo 34, inciso 6 rige la legítima defensa. Si lo leemos tendremos las nociones básicas para comprender cuales son los límites legales en cuanto lo que constituye una agresión y en qué casos la ley me protegerá si he debido recurrir a la violencia en contra de otro ser humano.
Otra cosa muy importante es la asesoría legal, todo practicante de la defensa personal, debe capacitarse en esta área también puesto que podemos ser víctimas del sistema legal y su mala utilización, y de no ser abogados nosotros mismos deberemos estar preparados lo mejor posible y tener los contactos necesarios llegado el caso de ser acusados de ejercer una defensa ilegítima, o lesiones de algún tipo contra alguna persona con la cual hayamos tenido un altercado.