El médico del lugar, el Dr. Eulogio del Mármol, fue el encargado de practicarle la autopsia. Los restos fueron inhumados en la necrópolis de Lobos, pero en 1887 debieron ser desenterrados por la falta de pago de los impuestos municipales correspondientes. El encargado de la exhumación fue el mismo Dr. del Mármol, quien conservó el cráneo con el fin de estudiar los rasgos lombrosianos (por la época estaba en auge la teoría de Cesare Lombroso, según la cual existía un patrón fisonómico del “delincuente nato”). Habiendo saciado su espíritu positivista, del Mármol regaló el cráneo del terror de las partidas a su amigo y colega el Dr. Tomás Liberato Perón. Al fallecer éste dejó la calavera en manos de su viuda, doña Dominga Dutey Cirus, quien a posteriori se lo cedería en herencia a su hijo Mario Tomás, que residía desde 1888 en el partido de Lobos. Don Mario Tomás, quien la tenía modo de adorno en su escritorio, en el despacho donde, de vez en cuando se colaba su pequeño hijo, Pochito, más conocido para la historia como Juan Domingo Perón.
Extraído de Esgrima Criolla.
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